martes, 30 de octubre de 2012

Queridos Reyes Magos...

Pues sí, empiezo pronto, pero mejor empezar ahora y pensar bien que me quiero pedir que luego ir con las prisas de última hora y equivocarme en mis deseos...

Este año la lista no será larga, no serán regalos materiales, no costarán dinero y mucho menos esfuerzo. Serán regalos intangibles pero emocionantes, invisibles pero sensibles...

Quiero a mi gente al lado, quiero llorar de risa con mis hermanas, quiero gritar gol viendo un partido con mi padre, quiero que mi madre me pegue con el trapo de la cocina y se cague en mi madre por meterme con ella, quiero cantar villancicos con todas mis hermanas, cuñados, sobrinos, padres, primos, abuelos, quiero celebrar la Navidad con mis compañeros de trabajo, quiero pasear por el centro adornado y tomarme unos calentitos con chocolate con mis amigos, quiero bailar hasta que los pies saquen bandera blanca o se rindan por KO.

Ay... Me acabo de dar cuenta de que estoy siendo muy egoísta. Anda que si antes digo que quería pocas cosas....

Mira, hacemos un trato: traedme fuerzas para regalar sonrisas y ya me encargaré yo de conseguir todo lo demás.

¿Trato hecho?

martes, 23 de octubre de 2012

Recuerdos...

1 de marzo de 2005. Casi primavera. El destino se antoja difícil....

Entro por la puerta, butacas, azules, sonidos de máquinas, batas blancas, batas verdes...
"Alejandro Lindo". Sí, soy yo, contesto con voz de chaval de 20 años. Detrás, como no, mis padres. Me siento en la butaca, me cogen una vía... suero, ondasentrón y fármacos me acompañan durante tres días seguidos, cada 4 semanas, durante 6 meses. Caída de pelo, malestar al principio, hinchazón en el cuerpo a causa de los corticoides, pero una sonrisa de oreja a oreja. Lo tenía todo controlado, me sentía bien, fuerte, con ánimos, con ganas e ímpetu para tirar hacia adelante.

Siete años y medio después cruzo esa misma puerta... Ninguna cara conocida, pero los mismos sonidos, los mismos colores, las mismas sensaciones... Pero ahora soy yo el que va detrás de mi padre. "Su nombre", pregunta una amable enfermera con una sonrisa cómplice. "Tomás Lindo", contesta con voz temblorosa y una sonrisa nerviosa. "Véngase por aquí", nos indican. Se sienta en la butaca, con dificultad. "Le tengo pánico a las agujas", argumenta él. Pone la mirada en el otro extremo de dónde le han de coger la vía. Cara de dolor, pero mejor que muchas veces. "Me ha pinchado muy bien". Mismo proceso, mismos recuerdos que hace siete años, pero ahora, sentado al lado, en la silla roja de acompañante.

De nuevo, me siento fuerte (o lo intento). Pero es mucho más difícil no tener el control, no sentir, no notar. Prefiero que me pasara a mi, porque sé como es, porque sé que se siente, porque siento que tengo el control...

Qué recuerdos...